Llueven cristales bajo los árboles de heladas ramas.
El calor del mediodía los desprende de su imperturbable forma componiendo melodías de leyenda y mito.
Lo efímero de sus vidas me recuerda que hace cuarenta días que sé existes y me deshielo de pensarlo.
El sol ha vuelto a ponerse en mi ventana. En el primero. La del medio.
Pronto volverán los chicos a la plaza.