jueves, 2 de septiembre de 2010

La inapelable levedad de la constancia // IIª parte

Agosto se desprende de esa extraña capa de noviembre con la que estaba revestido y agoniza entre asfixiantes aires de bochorno y tormentas rezagadas. Atrás queda ya ese extraño agosto, más que nada. No se ha parecido, ni por asomo, al estado de ánimo que solía ser noviembre. Tal vez me quede ya sin meses para sentir y desquitarme con el vicio de las letras. Así, aprovecho y me confieso, sin aspavientos, ni reparos, ni escrúpulos, ni consejos como uno más de esos reflejos de la inconstancia que atesoro para contradecirme a la carita que voy llegando a algo que nunca es nada.
Llegó  septiembre. Y he vuelto.
Cómo no iba a hacerlo.

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