Es un verso de un poema llamado Mutis por el foro de noviembre.
Durante años, noviembre fue ese mes que puso letra a mis silencios.
Supongo que fue el otoño, esa estación envejecida y melancólica, quien hablaba por mi boca cuando entredientes rebuscaba las palabras que acertadamente pronunciadas me otorgaran el desvarío, el tormento y el consuelo del poeta.
Pero ya las hojas caen ligeras contra el suelo / y nadie las salva.
Ha venido como siempre / con un destello entre la nubes / y el rocío entre las ramas. / Su memoria envejecida se ha acordado de otras veces / y se ha traído niebla / por los días y las noches. / Y se ha traído frío / y mediodías sin vestido.
Dejadme un minuto a solas con los charcos / y a la deriva con las hojas.
Hojas de las que hablan / y hojas de las que mueren. / Aceras taciturnas. / Lunas de las que esperan / y viento del que no vuelve.
Qué lejos quedan ya esos noviembres que hice míos y todas esas hojas secas que eran alfombras muertas tiradas en el camino a una respuesta inexistente. Ya han dejado de ser ese momento de discordia entre el cerebro y las entrañas, el escenario idílico en el que enamorarse y el ahogo incontinente del sentimiento aparentemente sosegado.
Tanto sentimiento afónico / de culpabilidad transitoria.
Un estado de ánimo. Eso era noviembre. Ahora suele serlo el mes de agosto, que nada tiene que ver con el otoño ni con los charcos ni con las hojas, pero ahora suele serlo y esa es otra historia.
Casi un retiro era noviembre para buscar explicaciones; los aciertos, los errores, lo inexplicable, lo ininteligible.
Y ahora que por fin han llamado a la puerta / sólo me rondan las moscas / mirándome raro detrás de la oreja, / hincándole el codo al talento: / vástago espurio demente, / pomo al rojo vivo naciente en su lecho / que menguando baja las quiméricas zetas / de un beodo soñoliento.
Perdió el sol la vez en la cola del suicidio / por estarse en la salida.
Pero ahora todo aquello ya no importa. Uno de estos últimos noviembres el otoño dejó de poseerme, aprendí a usarlo y disfrutarlo a mi antojo. Y de vez en cuando, por estas fechas, me otorgo el derecho de encumbrarme el ánimo todo lo más alto que el sol de invierno me permita. Que más dará si al fin y al cabo
ni me siento más despojo ni menos solo / de lo que era acostumbrado / por esas largas tardes de noviembre / que hacen mutis por el foro.
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