Me dijo, veo que tienes las cosas muy claras. Yo, como si tuviera razón y como quien calla otorga, no dije nada. Supongo que la engañaba al darle la callada por respuesta y que debí haber despejado mis dudas y destaparme ante ella negando con la cabeza pero, sí sí, veo que tienes las cosas muy claras. No estaría tan seguro.

Que nadie siga mis pasos. Arriesgad, volad, hablad, actuad.
Vivir bajo seguro no garantiza nunca nada y quienes despegan más a menudo los pies del suelo son aquellos que bailan con los más guapos, quienes se llevan el gato el agua y quienes la consiguen aunque no tengan muy claro qué es lo que persiguen. Sí sí, las cosas muy claras. Y de qué me sirve, debí haber contestado en lugar de perder la mirada.
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